jueves, 19 de marzo de 2015

Me desintegro...



Me desintegro en pedacitos insignificantes. Gota a gota, célula a célula. Mi ser se diluye en el aire y desea poder volar y atravesar océanos. Surcar el aire del norte y flotar sobre bosques antiguos hasta tu casa. Introducirse por una pequeña rendija de la ventana y llegar hasta tu cama. Y allí volver a integrarme, gota a gota, célula a célula, glóbulo a glóbulo, hasta ser piel y carne y curvas y manos sedientas de ti recorriendo tus células de arriba abajo.

Son solo imaginaciones de la Alicia a través del espejo. Esa Alicia que me observa desde el cristal y me pregunta con mirada intensa. Pero no sé cuál es la pregunta. Y no sé cuál es la respuesta. Solo sé que entre una y otra se cuela tu nombre. Y enseguida lo descarto.

Te hablo, te escribo, te pienso, aunque no me oigas, ni me leas, ni me recuerdes (¿o tal vez sí?). Tu recuerdo me quema en el corazón y en el vientre. Tan lejos en todos los sentidos te hayas, que soy masoquista solo por recordar tu nombre. Y tu casa, y tu calle... Tan cerca y tan lejos... Como un fantasma.