domingo, 11 de octubre de 2015

Harta




Estoy harta de estar harta
de que me traigan y me lleven
como un objeto inanimado
hombres, médicos e instituciones,
de que no sepan lo que siento
ni les importe.

Harta de mí misma
de flagelarme sin ton ni son
por arcaicas normas.
De no sacar mi interior
no darme la vuelta como un calcetín
y lanzarme a volar
por las alturas.

Estoy harta de estar harta
de dejarme llevar y traer
de que los demás me influyan
mientras mi energía lucha
por explotar en el exterior.

Alicia Y.H.

sábado, 19 de septiembre de 2015

No quiero amar



No quiero amar, porque duele.
Ese tiempo ya pasó.
No quiero conocer a nadie nuevo.
Me llevaste demasiado lejos.
Tu culpa por tocarme, la mía por perderme en tu piel.
Y me desgarra imaginarte con otras.
Y no saber si piensas en mí.
Tan lejos te fuiste...
Sigues siendo un fantasma.
Que aparece sin saber cuándo...

Alicia

domingo, 14 de junio de 2015

Pasan los años...

Y envejezco. No me queda más remedio que reconocerlo. Mis manos me delatan.


A simple vista apenas se aprecia, pero yo puedo ver pequeñas manchitas, la piel menos tersa, las venas más marcadas...

Mi cara envejece menos. ¿Quizá al estilo de Dorian Gray existirá por ahí un retrato mío que refleja todas mis enfermedades y mis malas conductas? Porque el resto de mi cuerpo sí que sufre el paso de los años. En forma de crujidos mañaneros, de dolores articulares, de cansancios exagerados...

Pero así es la vida. El cuerpo va degenerando, descomponiéndose. Mientras el alma permanece aún joven, sintiéndose como si aún tuviese veinte años. Lamentando lo que podía haber hecho y no hizo. Pensando en cómo podría haber cambiado las cosas para que el presente fuera diametralmente opuesto...

Pero la vida no admite ensayos. Es una representación única. Corremos veloces hacia el final, a veces a lo loco, sin saber muy bien lo que hacemos, hasta que casi sin darnos cuenta el tiempo se acaba y ya no queda tiempo para rectificar. Ni para darse más crema de manos...

jueves, 19 de marzo de 2015

Me desintegro...



Me desintegro en pedacitos insignificantes. Gota a gota, célula a célula. Mi ser se diluye en el aire y desea poder volar y atravesar océanos. Surcar el aire del norte y flotar sobre bosques antiguos hasta tu casa. Introducirse por una pequeña rendija de la ventana y llegar hasta tu cama. Y allí volver a integrarme, gota a gota, célula a célula, glóbulo a glóbulo, hasta ser piel y carne y curvas y manos sedientas de ti recorriendo tus células de arriba abajo.

Son solo imaginaciones de la Alicia a través del espejo. Esa Alicia que me observa desde el cristal y me pregunta con mirada intensa. Pero no sé cuál es la pregunta. Y no sé cuál es la respuesta. Solo sé que entre una y otra se cuela tu nombre. Y enseguida lo descarto.

Te hablo, te escribo, te pienso, aunque no me oigas, ni me leas, ni me recuerdes (¿o tal vez sí?). Tu recuerdo me quema en el corazón y en el vientre. Tan lejos en todos los sentidos te hayas, que soy masoquista solo por recordar tu nombre. Y tu casa, y tu calle... Tan cerca y tan lejos... Como un fantasma.