miércoles, 25 de septiembre de 2013

Ciervo herido


Te veo como un ciervo fuerte y salvaje que ha corrido demasiado lejos y demasiado rápido hasta que el cazador le atravesó con su flecha. Alguien te la arrancó, pero aún te queda la herida, que a veces te duele y a veces te sangra.
Quisiera decirte que la herida acaba por cicatrizar. Que los días oscuros pasan y quedan atrás como una mala pesadilla. Quisiera decirte que he atravesado el bosque por el que tú caminas y que aunque a veces la oscuridad es profunda, por encima de las copas de los árboles las estrellas siguen brillando y no tardará en amanecer. Que el frío que te cala los huesos desaparece y el sol vuelve a calentarte el rostro. Quisiera decirte que lo peor ya pasó, que el rastro que la flecha dejó en tus entrañas quedará como un amargo y lejano recuerdo que sólo dolerá las noches de tormenta.
Y que la primavera regresará un año más con su promesa de nuevos senderos, más rectos, por recorrer y nuevas lunas, más limpias, bajo las que soñar...

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